El intestino interacciona con el cerebro por mecanismos hormonales, inmunitarios y neuronales. Estas interacciones tienen lugar a través del eje intestino-cerebro-microbiota en el que se desarrollan mecanismos de biofeedback para la regulación entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central.
La microbiota intestinal tiene una relevante función en esta relación eje intestino-cerebro. Cuando la microbiota se altera y pierde su equilibrio puede tener un papel importante en los trastornos mentales y otras enfermedades.
¿Cómo se conecta en este eje intestino-cerebro-microbiota?
Al intestino se le llama el segundo cerebro y esto es debido a que tiene un sistema nervioso entérico formado por 200 millones de neuronas.
El eje intestino – cerebro – microbiota está comprendido por los sistemas:
- neuroendocrino,
- nervioso central,
- neuroinmune,
- nervioso autónomo simpático y parasimpático,
- nervioso entérico.
Y también por:
- el nervio vago,
- el eje hipotálamo-pituitario-adrenal,
- y la microbiota intestinal.
Existen intercambios entre el intestino y el cerebro que se realizan a través de cuatro vías: neuronal, metabólica, hormonal e inmunitaria. Y el intestino y el cerebro se comunican a través del nervio vago que va desde el cerebro hasta el abdomen.
Otra de las vías de comunicación son las bacterias que componen la microbiota intestinal que producen neurotransmisores como son serotonina, dopamina y GABA, entre otros. Estos neurotransmisores pueden ejercer su acción en las células de la pared intestinal y estas células transmiten el mensaje al sistema nervioso central.
También, otra vía de comunicación es la circulación sanguínea y el sistema inmunitario. La vía las bacterias intestinales junto con los ácidos grasos de cadena corta pueden estimular a los glóbulos blancos que producen citoquinas. Estas citoquinas son mensajeros que pueden atravesar la pared intestinal y pasar la barrera hematoencefálica llegando al cerebro.
Al mismo tiempo, el cerebro ejerce una acción sobre el intestino a través de:
- la modulación de la motilidad,
- las secreciones
- y la circulación sanguínea.
Por lo tanto, el eje intestino-cerebro-microbiota presenta un sistema de comunicación neurohumoral bidireccional. Esto da lugar a que las alteraciones en el eje producen cambios en la microbiota y las alteraciones en la microbiota afectan al eje.
En esta comunicación entre las distintas partes del eje se cree que se produce a través del nervio vago, el sistema circulatorio y el sistema inmune.

¿Qué sucede cuando nuestra microbiota se altera?
La alteración de la microbiota intestinal o disbiosis produce un proceso inflamatorio que puede interrumpir esta comunicación bidireccional. pudiendo dar lugar a diferentes enfermedades.
Los últimos estudios relacionan esta alteración de la microbiota y del eje intestino – cerebro con:
- trastornos gastrointestinales
- obesidad
- diabetes
- ansiedad,
- depresión
- enfermedades autoinmunes
- encefalopatía hepática
- colon irritable
- hiperactividad
- fatiga crónica
- incluso se empieza a incluir el autismo por algunos autores.
La composición de la microbiota parece que puede influir en el desarrollo cerebral, en los circuitos neuronales implicados en el control motor y emocional. Y también en el desarrollo de neurotransmisores como es la serotonina.
Este eje intestino-cerebro-microbiota también parece ser una posible causa de trastornos neurológicos como la enfermedad de Alzheimer, de Parkinson o la esclerosis múltiple.
En estas enfermedades se ha observado una disbiosis (alteraciones en la composición normal de la microbiota) que da lugar a cambios en la motilidad gastrointestinal. Estos cambios afectan a las secreciones y produciendo una hipersensibilidad en las vísceras. Cómo consecuencia se alteran las células neuroendocrinas y las células del sistema inmunitario y se modifica la liberación de neurotransmisores. Todo ello da lugar a los distintos trastornos psiquiátricos.
También, se ha visto que en las situaciones de estrés se produce una alteración de la microbiota que llevará a la alteración del eje. Por lo tanto, el estrés puede llevar a estos trastornos a través de la alteración de este eje.
Para ayudar a equilibrar este eje es importante equilibrar la microbiota. Hay estudios sobre el papel de los probióticos sobre estas enfermedades neurológicas viendo que su empleo puede ser una importante terapia complementaria en los tratamientos de estas enfermedades.
¿Cómo mantener una microbiota intestinal equilibrada?
Para mantener una buena salud intestinal es fundamental tener una dieta saludable con alimentos variados en las cantidades adecuadas. Esta dieta saludable debe contener en su mayor parte verduras, hortalizas y frutas por ser alimentos ricos en vitaminas, minerales, fibra y agua.
Para tener una microbiota intestinal equilibrada es importante evitar la permeabilidad intestinal alterada y que la composición de bacterias que forman la microbiota sea la adecuada.
A veces con la dieta no se consigue tener una microbiota equilibrada porque hay factores externos que la alteran y que aumentan también la permeabilidad de la pared intestinal.
En estos casos, es beneficioso usar complementos a base de extractos de plantas, aminoácidos, minerales y vitaminas. Estos suplementos pueden ayudar a reparar y mantener en óptimas condiciones la mucosa intestinal evitando una permeabilidad intestinal.
Y para mantener una composición normal de la microbiota se recomiendan alimentos ricos en prebióticos y probióticos. Si con esto no es suficiente se pueden añadir a los complementos anteriores probióticos y prebióticos.
Otro aspecto a tener en cuenta para tener una microbiota intestinal equilibrada y sana es el control del estrés y la ansiedad mediante técnicas de relajación, de respiración y mindfulness, entre otras.
Para conseguir una completa salud intestinal con un asesoramiento personalizado y lograr la biorregulación de tu organismo, puedes contactar conmigo. Estaré encantada de poder ayudarte a mejorar tu salud.
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Cuidamos de tu salud – Eje intestino cerebro microbiota