Cada vez es más frecuente escuchar o leer información sobre de la adicción a la comida. Ante el estrés, la ansiedad y la mala gestión de las emociones se recurre al acto de comer para calmar esos estados desagradables que no se sabe que hacer con ellos.
Ya se está siendo consciente de lo perjudicial que es comer por comer como respuesta a un estado emocional desagradable. Y cómo esta acción nos puede llevar a una adicción a la comida.
Lo que provoca una adicción no es solo la sustancia o la actividad sino también el comportamiento. En el caso de la comida, el comportamiento es comer como una respuesta emocional y no para cubrir una necesidad de hambre y alimentarse.
Se han realizado numerosos estudios con respecto a las adicciones y se ha visto que la adicción a la comida tiene la misma ruta neurobiológica que otras adicciones. Otras adicciones como el consumo de drogas, los juegos de azar, el sexo, ir de compras o el consumo de Internet.
En un estudio realizado por científicos de la Universidad de Pompeu Fabra se han identificado áreas del cerebro implicadas en la pérdida de control de la ingesta. Esta pérdida de control conduce a una ingesta compulsiva de los alimentos.
¿Cuándo sabes si es una adicción a la comida?
Se considera que existe una adicción cuando se pierde el control al consumir sustancias o al realizar ciertas actividades. La pérdida de es control hace que se quiera seguir consumiendo esas sustancias o realizando esas actividades sin parar.
Se convierte en una obsesión e interfiere en el día a día de la persona que lo consume porque se convierte en una prioridad.
Además, si se deja de consumir la sustancia adictiva o de realizar la actividad se produce el síndrome de abstinencia. Este síndrome da lugar a síntomas psíquicos y físicos creando un intenso malestar y la necesidad de consumir o realizar la actividad para calmarlos.
¿Cómo se produce esta adicción?
El cerebro y su redes neuronales intervienen en este comportamiento a través de un mecanismo neurobiológico de la misma manera que en otras adicciones.
Tanto las drogas como los alimentos o actividades como el sexo, ir de compras, Internet y juegos de azar producen placer activando las zonas de cerebro encargadas de la recompensa.
El núcleo accumbens, situado en el cerebro, es el que regula el placer y esta recompensa y es responsable de reforzar los comportamientos aprendidos.

Con determinados alimentos se libera dopamina que es un neurotransmisor que interviene en la comunicación entre las neuronas. Esta dopamina llega al núcleo accumbens y activa el circuito de la recompensa y el placer.
Otros alimentos liberan endorfinas, los opiáceos naturales que sintetiza nuestro cerebro, activando también este sistema de la recompensa.
De esta forma, se activan los mismos mecanismos que se activan con drogas como la cocaína o la heroína.
Después de esta situación placentera, cuando se deja de consumir o de realizar la actividad placentera hay la bajada de las sustancias químicas que se habían elevado y se liberan otras que dan lugar al síndrome de abstinencia.
En los últimos estudios se ha visto que cuando no existe adicción y sentimos placer intervienen dos circuitos cerebrales en los que actúa la dopamina.
Estos dos circuitos son el circuito de recompensa y el circuito que controla al circuito de recompensa mediante su inhibición para frenar el deseo de permanecer en el placer.
De esta forma, llega un momento en el que no queremos seguir consumiendo la sustancia que nos produce el placer o no queremos seguir realizando la actividad.
Pero si tomamos de forma frecuente la sustancia que causa la adicción o realizamos la actividad que la causa estos circuitos sufren modificaciones y no llegan a funcionar correctamente.
Se sabe que existe un receptor específico de dopamina en el circuito de recompensa al que se une la dopamina liberada para activar este circuito. Y también que en el circuito de control hay un receptor concreto de la dopamina, el receptor D2. Este receptor controla la respuesta primaria de la recompensa cuando le llega la dopamina e impide que queramos continuar en el placer.
Este receptor D2 de la dopamina ya se había relacionado con la adicción a las drogas. Ahora, se ha observado su relación con la adicción a la comida. En el estudio en ratones se observó que la adicción a la comida da lugar a una sobreexpresión del gen para este receptor D2 .
También se identificó una vía neuronal implicada de forma directa en el control de la comida. Esta vía neuronal estaba menos activa en los ratones que eran adictos a la comida.
Por lo tanto, al identificar el receptor D2 de dopamina en el circuito de control del circuito de recompensa y una vía que ejerce un control sobre la ingesta, se abre una línea para intervenir a nivel de los síntomas de las personas con adicción a la comida. Se puede actuar para aumentar la actividad de las neuronas que se han modificado y conseguir que el circuito funcione de nuevo correctamente.
Los resultados del estudio de la Universidad de Pompeu Fabra son interesantes para la prevención y tratamiento de la adicción a la comida. Además, muy probablemente se puedan extrapolar a otras adicciones. El estudio ha sido publicado en Nature Communications en el mes de febrero de 2020.

¿Qué alimentos producen este efecto adictivo?
Especialmente son alimentos ricos en azúcares, grasas y sal. Algunos de estos son los helados, los dulces, las pizzas, las patatas fritas, la bollería y los aperitivos de bolsa.
Estos alimentos tienen efecto sobre la leptina, la hormona encargada de la saciedad, la encargada de avisarnos de que ya hemos comido suficiente. Los niveles de leptina en nuestro organismo disminuyen y no nos avisa de que ya no debemos seguir comiendo. Así que se come más sin darse cuenta de que se está muy lleno.
Por otra parte, los alimentos muy dulces o muy salados nos cansan llegan un momento que nos cansan. Para evitar esto, se mezcla sal, ácidos y dulces para que el paladar no se canse de un solo sabor. Y además, la grasa que aumenta el sabor de la comida.
Cuando estos niveles de grasa y azúcar elevados disminuyen se libera acetilcolina que es el neurotransmisor que aumenta con el síndrome de abstinencia. Se produce ansiedad y una necesidad irresistible de volver a comer.
Como sucede con otras sustancias adictivas, con este tipo de comidas desarrollamos una tolerancia. Esto significa que cada vez necesitamos comer más cantidad de estos alimentos para quedarse satisfecho. Y al final se producen lo atracones de comida.
¿Qué hacer ante la adicción a la comida?
Si detectas que comes de forma compulsiva, que recurres a la comida para calmar la ansiedad, el estrés, la tristeza u otras emociones que te hacen sentir mal es muy importante que pongas medidas para frenar este acto compulsivo antes de que se convierta en una adicción.
Puede que tengas la fuerza de voluntad suficiente para poder solucionar este hábito y con información puedas ponerle fin. Pero si no es así no te agobies, la mayoría de las personas necesitan recurrir a la ayuda de un profesional y siempre tienes esta opción.
Y si ya comes forma obsesiva sin poder parar y tienes síntomas de padecer un síndrome de abstinencia si no comes es una prioridad que recurras a un profesional que te ayude a poder salir de esta adicción que cada vez va a ir a más y te causará grandes daños en tu salud física, mental y emocional.
Y si este comportamiento se observa en un niño o niña sin dudar se debe recurrir a un profesional que le ayude a cambiar este hábito que puede condicionar su vida.
Programa «Cuidamos de tu salud» en Onda Pro Radio
Cuidamos de tu salud – Adicción a los alimentos