Identificar las heridas emocionales para sanarlas es parte de nuestro cuidado físico, mental y emocional. Esas heridas emocionales pueden afectar a nuestra salud en todas sus partes al llevarnos a pensamientos, emociones y comportamientos que nos hagan tener conductas y hábitos insanos. A la vez, esas emociones enquistadas y no gestionadas se pueden somatizar en enfermedades, como ya se ha comprobado.
¿Qué son las heridas emocionales?
Las heridas emocionales son las consecuencias de algunas vivencias desagradables o dolorosas que hemos tenido y nos dejan la secuela de un dolor profundo, miedo o ira. Las experiencias que nos causan daño nos pueden generar una herida emocional que deja una cicatriz. Esta cicatriz se manifiesta en nuestros comportamientos, en la actitud y en la personalidad.
Todos tenemos heridas emocionales y ser conscientes de ellas es el primer paso para gestionarlas y sanarlas.
Las heridas emocionales que se quedan en nosotros por hechos del pasado, especialmente de la infancia, se convierten en una pesada mochila que no nos deja ser felices.
Aunque nuestra memoria olvide o bloquee lo que sucedió para no sufrir, esas heridas emocionales permanecen en el inconsciente y como todo lo que se queda en el inconsciente dirigen nuestros pensamientos, emociones y comportamientos sin darnos cuenta. Estas heridas no sanadas afectan a nuestra autoestima condicionando nuestro futuro, bienestar y calidad de vida.
Existen 5 heridas emocionales que dirigen nuestra vida y que nos impiden avanzar cuando las sufrimos. En general, todos sufrimos en mayor o menor medida de los cinco tipos de heridas pero hay unas que nos influyen más que otras. Algunas las hemos superado pero otras se han quedado ancladas y es importante darnos cuenta de qué heridas están en nosotros.
Al igual que las heridas en el cuerpo, si no se curan de forma adecuada se abrirán y darán problemas, nos dolerán y conducirán a comportamientos perjudiciales en nuestra vida que nos harán sufrir.
Vivimos con las heridas emocionales sin darnos cuenta y parece que todo va bien pero de repente algo o alguien abre esta herida y las emociones se alteran de nuevo y el sufrimiento vuelve.
Si las prestamos atención y las sacamos del inconsciente para hacerlas visibles para nuestro consciente podemos trabajar para sanarlas, para que cicatricen y no nos vuelvan a doler.
Así dejaran de dirigir nuestra vida. Y entonces veremos el presente con nuestra fuerza y seguridad.
¿Cuáles son estas heridas emocionales del pasado? Son las heridas de:
- abandono
- rechazo
- injusticia
- traición
- humillación
Siempre es posible sanar las heridas emocionales si quieres y te comprometes a realizar este proceso.

Herida de abandono
La herida de abandono se suele dar en la infancia pero también puede crearse en la vida adulta.
Se produce cuando nos hemos sentido abandonados, de manera física o emocional, por un ser querido, por la sociedad, por la pareja o por personas con las que teníamos un vínculo emocional.
La herida de abandono que se produce en la infancia puede ser por la ausencia física o emocional de alguno de los padres o de los dos. Y tiene consecuencias en la vida adulta.
Con esta herida se tiene mucho miedo a la soledad y se siente un vacío interior que deja una huella que puede llevar a vivir con sufrimiento.
Cuando la herida se produce en la infancia las consecuencias psicológicas son importantes. Cada niño o niña lo vive y afronta de una manera y de ello depende el trauma que se genere.
Como consecuencia, en la vida adulta se suele tener grandes dificultades para mantener relaciones estables. Se gestionan mal las emociones, sobre todo la ira y la tristeza. Se siente desconfianza y vulnerabilidad. Y se pierde la motivación por luchar por conseguir los sueños.
Una de las consecuencias es tener relaciones de dependencia emocional y adicciones de diferentes tipos. La persona que la tiene cree que la eliminación de su tristeza y sufrimiento depende de otra persona y no quiere separarse de ella o que la dejen al existir mucho miedo a la soledad
Para sanar esta herida hay que reconocerla en nuestro interior mediante nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos. Observar cómo nos sentimos y qué comportamientos tenemos, si coinciden con los descritos para esta herida. Si es posible identificar el primer momento en el que se abrió esa herida. Y a partir de esta toma de conciencia realizar un proceso en nosotros que lleve a fortalecer la autoestima, el autoconcepto, los pensamientos, la gestión de las emociones y el control de los comportamientos.

Herida de rechazo
La herida de rechazo es una profunda herida emocional que condiciona la calidad de vida como adultos.
Su origen está en el rechazo de los padres por no aceptar al niño o niña como es, aunque no hubiese intención por parte de ellos de mostrar rechazo.
También se produce en los casos de niños sobreprotegidos porque el mensaje que les llega es que no se confía en sus capacidades y hay que protegerlo.
Quién tiene esta herida se siente rechazado en su interior e interpreta lo que le sucede a través de esta herida, por ello se siente rechazado en su vida adulta aunque no lo sea.
En la infancia para protegerse de este dolor desgarrador se crea una coraza y la reacción es de huida, incluso inventando un mundo imaginario. Esta reacción de huir se mantiene en la vida adulta.
La persona adulta con esta herida se infravalora y busca la perfección a toda costa y el reconocimiento de los demás. Prefiere la soledad porque así no se arriesga a ser rechazada y se esconden bajo su coraza. Se rechaza a sí misma y se autosabotea.
Si esta herida no se sana, como consecuencia del intenso sufrimiento que vive, se puede volver una persona rencorosa y sentir odio. Cuánto más profunda es la herida mayor rechazo siente hacia sí misma y hacia los demás. Y aumenta la tendencia a huir y aislarse para protegerse de ese sufrimiento.
Para sanar esta herida hay que realizar un proceso de desarrollo personal que incluya trabajar con la autoestima, las creencias, los pensamientos, las emociones y los comportamientos. Es un trabajo de autoconocimiento usando las herramientas específicas para liberarse de este lastre que tanto hace sufrir.

Herida de injusticia
La herida emocional de injusticia tiene su origen en la infancia con cuidadores, generalmente los padres, que han sido autoritarios, muy exigentes y fríos.
Se generan sentimientos de no ser útiles ni eficaces en la niñez y se mantienen en la etapa adulta.
Las personas que tienen esta herida tienen una conducta rígida y con baja autoestima. Son incapaces de tomar decisiones con seguridad y de mantener un diálogo con diferentes opiniones y poder negociar.
Son personas con una gran autoexigencia y crítica. También necesitan ganar poder y buscan la perfección.
La herida de injusticia lleva a la persona a no sentirse apreciada o respetada por su valía y cree no recibir lo que se merece. También puede ser que crea que recibe más de lo que merece.
Quiere hacer lo correcto, juzga lo bueno y lo malo y le importa el respeto y el honor. Todo de una forma excesiva.
Para sanar esta herida de injusticia hay que trabajar la autoestima y el autoconcepto, y hacer más flexible la forma de pensar adquiriendo una mente más abierta. Además, permitirse cometer errores y aumentar la confianza en los demás.
Esto se trabaja en el proceso de desarrollo personal con mi método CVD que incluye trabajar con la autoestima, las creencias, los pensamientos, las emociones y los comportamientos. Es un trabajo de autoconocimiento y liberación usando las herramientas adecuadas.

Herida de traición
La traición es una experiencia muy dolorosa en la que se rompe la confianza y se abre una herida emocional.
El origen está en la infancia cuando el niño se siente traicionado cada vez que uno de sus progenitores no mantiene una promesa o traiciona su confianza.
Esta herida se activa en la vida adulta cada vez que alguien no cumple sus compromisos. Esta traición percibida que en al vida adulta abre la herida inicial puede venir de la pareja, de los amigos, de un familiar, de alguien importante o incluso de uno mismo.
Esta herida deja una profunda desconfianza y por lo general no es una herida que sane por sí sola.
La consecuencia es que la persona se vuelve controladora y desconfiada. Se crea un patrón de comportamiento reactivo que se dispara de forma automática cuando alguien no cumple sus compromisos. Con frecuencia está a la defensiva y es intolerante. Estos comportamientos le afecta en sus relaciones.
Ese control lo ejerce sobre su persona y sobre los demás de manera que le es muy difícil aceptar cualquier traición que viene de sí misma o de otros, y hace todo los posible para ser una persona responsable, fuerte, especial e importante.
Para sanar esta herida de traición el primer paso es reconocerla, al igual que en todas las heridas emocionales. Es fundamental la observación en esta fase de reconocimiento. Después, hay que aceptar las consecuencias que hay por los comportamientos debidos a esta herida. Y una vez se es consciente de la situación realizar las acciones necesarias para sanarla. Parte de estás acciones será desarrollar la tolerancia y la paciencia.
Y como ya he indicado en las demás heridas emocionales, para sanarlas hay que realizar un proceso de desarrollo personal usando las herramientas específicas para liberarse de este lastre que tanto hace sufrir.

Herida de humillación
La herida de humillación se produce en la infancia cuando el niño siente que los padres se avergüenzan de él porque le critican y se avergüenzan en público.
Se puede iniciar cuando el niño aprende a comer solo, a ir solo al baño, cuando empieza a tener autonomía sobre su cuerpo. El niño siente que, uno o ambos de los padres, se avergonzan de él.
También los abusos sexuales producen una gran herida de humillación.
Esta herida hace sentir vergüenza y culpa por toda lo que se hace o no se hace.
Se tiene un sentimiento de ser indigno que hace que la persona que tiene esta herida mire hacia el exterior ayudando a los demás y con este comportamiento sienta que merece ser amada.
Se desarrolla una personalidad que tiende al masoquismo y con miedo a la libertad y a los placeres. Esta situación hace muy difícil vivir con bienestar.
Son personas que se castigan, no se gustan y no se cuidan. La relación con sus madres es complicada y les gusta las cosas bonitas pero piensan que no se las merecen.
Para sanar esta herida, la persona tiene que darse todo aquello que no tuvo como su dignidad, su valor y el respeto a ella misma y dejar de sentir vergüenza hacia su persona. Además, no criticarse, no compararse y no humillarse. Dejar de comportarse de forma sumisa en sus relaciones y aprender a disfrutar de los placeres.
Y como ya he indicado en las demás heridas emocionales, para sanarlas hay que realizar un proceso de desarrollo personal usando las herramientas específicas para ser libres y dejar de sufrir.

Consejos para sanar las heridas emocionales
El proceso de sanación de las heridas emocionales consta de varias fases y requiere de técnicas específicas. Para empezar en este proceso te hago una relación de los pasos a seguir:
- Aprende a usar tu respiración para relajarte y poder observar qué sucede dentro de ti.
- La meditación también es una buena herramienta para ayudarte en tu autoconocimiento.
- Trabaja cada herida que detectes por separado.
- Toma conciencia del momento en el que se creó esa herida.
- Identifica las creencias que hay en torno a esa herida que te limitan.
- Reconoce los comportamientos automáticos y defensivos que tienes debido a esa herida y que no te benefician.
- Haz conscientes los miedos que te provoca esa herida y sé consciente de que no existen los peligros externos que te producen ese miedo.
- Cambia los comportamientos automáticos derivados de esa herida por comportamientos elegidos por ti y que te beneficien.
- Acepta tus heridas, tu proceso y el tiempo que necesitas para sanarlas sin juzgarte ni castigarte. Respétate y quiérete.
- Perdona tus errores y los de los demás.
- Cuídate y lleva una vida saludable.
- Felicítate por cada paso que des y cada logro que consigas.
- Saber pedir ayuda y ayudar a otros.
- Agradecer por las cosas buenas que tienes en la vida.
Estos son consejos generales para tomar consciencia de las acciones que hay que llevar a cabo pero cada persona tiene sus propias vivencias y sus propias heridas que han de ser atendidas de forma personalizada.
Recuerda que las emociones nunca hay que esconderlas o querer olvidar porque no desaparecen. Hay que aprender a gestionar las emociones de manera que cuando aparezcan no nos frenen, no nos roben la energía, no nos paralicen y no nos hagan sufrir.
¿Necesitas ayuda?
Para lograr una sanación total de las heridas emocionales realizando todas las prácticas adecuadas son necesarios los conocimientos específicos y la orientación correcta. Puede que para ello necesites el acompañamiento y guía de un profesional especializado con el que aprender y realizar las técnicas.
En el proceso de desarrollo personal que realizo con mi método CVD se trabaja con la autoestima, creencias, valores, pensamientos, emociones y comportamientos. Es un trabajo de autoconocimiento y liberación usando las herramientas adecuadas para sanar tus heridas emocionales, fortalecer tus debilidades y lograr aprender lo que necesitas para conseguir la vida que deseas.
Puedes contactar conmigo en www.loretoserrano.com/contacto