El control de la respiración es una de las herramientas más efectivas para gestionar las emociones. Las emociones dirigen nuestros comportamientos. Si nuestras emociones no son gestionadas de forma adecuada nos llevarán a comportamientos automáticos no elegidos y no deseados. Al gestionar las emociones con la respiración logramos mejorar nuestra vida.
Aprender a respirar correctamente, usando al máximo nuestra capacidad:
- oxigena las células
- desactiva las neuronas del área del cerebro asociada al estrés
- nos da bienestar
- desbloquea emociones que hemos acumulado y que nos afectan
- nos ayuda a vivir con alegría
El cerebro y la respiración
La respiración basal se realiza de forma automática sin intervención de nuestra voluntad. La respiración automática es controlada por los centros nerviosos respiratorios. Estos centros se encuentran en el bulbo raquídeo y en la protuberancia del tronco del encéfalo, en el sistema nervioso central. Controlan la frecuencia y el ritmo basal según las necesidades del organismo.
Pero la respiración también se puede modificar de forma voluntaria. Se puede cambiar la profundidad de la respiración y su frecuencia. En este caso interviene la corteza cerebral que modifica la actividad de los centros bulbares dando lugar a la respiración voluntaria.
Con la respiración voluntaria se activa y desactiva estos centros mediante los ritmos de la respiración. Cuando se cambia el ritmo regular al que respiramos también se cambian los ritmos de las funciones vitales del organismo y los estados emocionales.
Respiramos según la emoción
Cada emoción tiene un ritmo de respiración, por ello, según la emoción en la que nos encontremos nuestro ritmo de respiración será distinto. Si cambiamos ese ritmo podremos cambiar la emoción no deseada del momento a una emoción deseada.
Las emociones descontroladas o no deseadas que nos hacen sentir mal generan tensión muscular y alteran la respiración. Estas emociones pueden ser miedo, estrés e ira. Nos hacen respirar rápido disminuyendo la oxigenación celular y no obtenemos los beneficios psicológicos y fisiológicos que proporciona una respiración correcta. Si tomamos conciencia de ello y observamos nuestra respiración realizándola más lenta y profundamente, la tensión muscular se relaja y con ella el cuerpo. Además, la mente se tranquiliza y las emociones se equilibran.
Al parar y poner el foco en cómo respirar podemos resolver conflictos que se nos presenten. Nos permite tener tiempo para relajarnos y elegir el comportamiento y respuesta que deseamos tener ante esa situación.
Cuando la emoción es la ira, es importante gestionarla. La ira es una de las emociones que más alteraciones puede causar en el cuerpo y en la mente. Si no se gestiona y se acumula puede llevar a una explosión de emocional que se manifieste en un comportamiento agresivo. Para esa gestión es muy útil practicar una respiración correcta y consciente.
Si se tiene ansiedad, la respiración se vuelve rápida y superficial. Si hay estrés, la respiración es entrecortada. La ansiedad y el estrés son dos grandes problemas de nuestra sociedad desarrollada. Hay multitud de enfermedades y síntomas que se asocian a ellos. Una respiración correcta ayuda a prevenir y a tratar la ansiedad y el estrés.
Si la emoción es la tristeza la respiración se hace muy lenta y profunda, suspirando con frecuencia.
La alegría es una emoción que nos hace sentir bien, es la emoción que nos impulsa a la acción y a la creatividad. Su respiración es abdominal, lenta y profunda.
Conseguir la respiración abdominal que se realiza en la alegría nos ayuda a poder cambiar esas emociones desagradables en emociones agradables.
Relación emoción y respiración
El cuerpo, la mente y las emociones están interrelacionados de forma que lo que ocurre en uno repercute en el resto.
En la respiración se reflejan los pensamientos, los sentimientos, las emociones y el estado del cuerpo. En frecuentes ocasiones, los pensamientos negativos nos superan y nos quedamos anclados en ellos de manera que nos producen emociones desagradables.
Estas emociones desagradables pueden ser el miedo, la ira o la tristeza. En estos casos, como se ha comentado, la respiración se hace corta y acelerada llegando menos oxígeno al cerebro. No pensamos con claridad y la tensión se acumula en el cuerpo llegando a sentir estrés, ansiedad, vértigos y dolor de cabeza, entre otros síntomas.
Lo bueno de esta interrelación es que podemos manejar la respiración para llevarnos a un estado de bienestar en las tres partes, en el cuerpo, en la mente y en las emociones. Si cambiamos la respiración al ritmo de la emoción deseada, como la alegría, nos permite llegar a ella, que cómo se ha indicado es la respiración abdominal.
Por lo tanto, en esta doble relación entre las emociones y la respiración las emociones alteran la respiración y la respiración modifica las emociones. Esta interrelación nos permite gestionar y cambiar nuestro estado de ánimo no deseado a uno más agradable para conseguir una mejor calidad de vida.
En el artículo «¿Qué mensajes nos traen las emociones?» se especifica que no existen emociones malas o buenas sino emociones desagradables que nos hacen sentir mal o emociones agradables que nos hacen sentir bien. Y que todas las emociones nos traen una información valiosa sobre nosotros.
Es fundamental tenerlo en cuenta a la hora de gestionar nuestras emociones y usar la respiración voluntaria con sus cambios de ritmo como herramienta para esta gestión emocional. Esta certeza de que las emociones que sentimos nos traen mensajes nos ayuda a llegar más fácilmente a la respiración consciente.
Beneficios de una respiración correcta y consciente
Con una correcta respiración evitamos que nuestro organismo se sobrecargue emocionalmente y con ello evitamos los daños que esta sobrecarga produce.
En la respiración consciente centramos la atención en la respiración para realizarla lenta y profundamente. Nos focalizamos en cómo se van relajando al respirar las distintas partes del cuerpo: cara, cuello, hombros, espalda, etc. Así, se consigue disminuir esas tensiones musculares y el ritmo cardiaco.
Todo ello lleva a que la mente se relaje. En un estado más tranquilo los pensamientos repetitivos que nos llevan a emociones desagradables pierden fuerza. De esta manera, nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones se van equilibrando y nuestro estado de ánimo mejora al permitirnos sentir emociones agradables.
Esta acción de enfocarse en una respiración lenta y profunda ayuda en la superación de la depresión, la ansiedad y los trastornos de la conducta.
Con la respiración consciente se logra un mejor funcionamiento del organismo y la segregación de neurotransmisores que actúan regulando las alteraciones emocionales.
La inspiración profunda lleva a que el diafragma se contraiga y el abdomen baje consiguiendo:
- Realizar un masaje revitalizador en el esófago, estómago, intestino grueso y delgado, los riñones, el páncreas, la vesícula biliar, el bazo y el aparato urinario
- Aumentar la capacidad pulmonar para redirigir el oxígeno
- Activar la circulación sanguínea
- Facilitar la digestión al funcionar mejor los órganos del sistema digestivo
- Bajar la presión arterial. El corazón soporta menor presión y el ritmo de sus latidos se regula. La presión arterial baja y se reduce la posibilidad de sufrir un accidente cardiovascular
- Mayor aporte de oxígeno al organismo
- Favorecer la relajación
Después de la inhalación profunda se debe realizar una espiración suave.
La respiración consciente es una técnica fácil, efectiva y con amplios beneficios para la salud corporal, mental y emocional.
En el artículo «Respirar ayuda a vivir mejor» se detallan los beneficios de la respiración correcta, cómo respirar bien y cómo realizar la respiración consciente.
Programa «Cuidamos de tu salud» en Onda Pro Radio
Cuidamos de tu salud – Gestión de las emociones y la respiración